Cuando se está con la familia cada momento debe ser apreciado (mucho más si el resto del año los tienes lejos…)
Pero los hay además que son preciosos por los recuerdos que dejan, por lo que representan… y cuando decidimos organizar una merienda en el huerto Eco que mi padre cuida con esmero no nos equivocamos…
A las afueras del pueblo -donde cultiva su tierra con amor- el yayo montó una estupenda estructura de cañas para darnos sombra y… yo me ocupé de todo los demás ;)
El sol de verano en el Mediterráneo pega fuerte así que hubo que esperar a que cayera un poco para salir a disfrutar de las imágenes que semejante lugar -al atardecer se vuelve mágico- ofrece de esa naturaleza jugando con la luz.
Mi padre tuvo claro siempre que plantaría también rosales para que mi madre tuviera y disfrutara de flores así que… ^_^ no podían faltar!
Bebidas frescas, unas mantas más unos manteles, un antiguo cajón de fruta de madera (de los de antes), una cesta ad hoc y el ‘picnic’ estaba organizado ^_^
Este termo ‘Made in England‘ tan… trabajadito jjjjj… lo tiene mi madre justo la tira de años que aparenta. Lo ha llevado a toda clase de excursiones y salidas cuando sus cuatro hijos eran pequeños: de camping, de veraneo… tenía su sitio asegurado en nuestra tarde en familia.
¡Qué grande -y vintage- eres mamá!!
Para comer: bocadillos de chocolate, eso por descontado y el zumo de naranja una obligación por aquí, sí ;)
Y para los niñ@s después me inventé que, en el huerto del yayo, crecía una variedad de flor inesperada…
Fue una tarde fantástica… pero ¡no sólo se vive de disfrutar! así que tocó ayudar al hortelano-jefe a recolectar algunas cosas para casa:
Con dos añitos y medio, ese gran esfuerzo es digno de un merecido descanso así que un par de cojines y ¡a remolonear! No sabe nada ésta…
¡Eh! Pero no fue la única, en honor a la verdad ;)
Aunque, una vez despejada ella, a los primos no les dio cuartelillo, pobres.
Primero a por uno y, luego en cuanto se relajó, a por el otro… jajjajaja
En fin, que cualquier lugar es bueno para jugar, experimentar con cosas como la tierra, el agua, conocer el valor de cultivar tu propio alimento y, por qué no, fantasear…
Cuando descubrimos que, bajo las cañas de unas tomateras había un pasadizo que explorar, todavía viendo estas fotos no puedo dejar de pensar en… Alicia en el país de las maravillas…
“Llego tarde, llego tarde…”
“Siempre se llega a alguna parte si se camina lo suficiente“
Sin duda, una tarde en el huerto inolvidable… casi de cuento. Volveremos, ojalá sea pronto…
Un abrazo y gracias por estar ahí.
Espectacular. Es lo que puedo decir viendo tus fotos. Momentos inolvidables y que estoy segura que la peque recordará, porque sí, pasar tiempo con la familia es lo best!
¿Sabes lo único que me da un poco de “reparo”? Que pueden salir arañas de esos sitios…
jejejje arañas y algo más… pero no seré yo quien te los diga, te dejaré con el buen sabor de boca del post ;)
La foto de la remolona es genial!!
¡Sí! Menuda es… ^_^
Un beso y gracias por pasarte ;)
Qué preciosidad de fotos y de experiencia. Ya solo por el hecho de que vean que las peras no crecen en las cajas del supermercado merece la pena, pero si a eso le sumas la tienda, la merienda, la luz…. muchas ganas de irme a un huerto.
Gracias por compartirlo y llenar tu crónica de imágenes que transmiten tanto
Hola guapa!!
Que eso me lo diga ‘Eva y sus detalles’ es un honor ^_^
Un abrazo enorme
[…] ¿Por qué me interesé en recibir este libro? El yayo, como ya conté aquí, tiene sus sensibilidades varias así que se entrega con fruición a un huerto que la familia disfruta: asómate a aquella tarde de verano con picnic mediterráneo… […]